Studio 20: La Industria de las Webcams en Rumania


En Rumania, miles de mujeres trabajan como chicas webcam desde un estudio o desde sus hogares. La mayoría de sus clientes provienen de América del Norte o Europa Oriental. En la acera frente a un gran edificio de apartamentos en el corazón de Bucarest, un grupo de muchachas conversa y ríe. Aparte de ello, lo único que las diferencia de los transeúntes a esta hora tan temprana de la mañana, son el maquillaje, los tacones y sus provocativos atuendos.

Al interior del Studio 20, una puerta cerrada indica que una chica está haciendo un show en directo.

Dentro del edificio, Studio 20 ocupa los dos primeros pisos. Son 40 habitaciones conectadas entre sí por pasillos blancos y paredes adornadas con fotos de glamorosas mujeres. Una puerta cerrada indica que una mujer está realizando un show en directo por webcam para clientes internacionales y que no debe ser molestada. En este mundo de relaciones virtuales y cibersexo, aquellas que están delante de la cámara son las “modelos” y los hombres que observan el show son los “miembros”.

 

Lana trabaja en la habitación 8.

Una cama circular con cojines es el centro de la habitación. Hay un armario con un poco de su ropa. “Normalmente voy a la habitación para buscar vestidos, lencería o cuero”, manifiesta. En un rincón de la habitación, podemos ver un ordenador de pantalla grande y una cámara de última generación, detrás hay una iluminación de grado profesional para lograr una mejor calidad de imagen. Decenas de clientes pueden ver a Lana en su habitación en línea, en tiempo real, a través de sitios para adultos dedicados a chicas webcam.

Lana gana dinero únicamente cuando un miembro se la lleva a una sesión de webcam exclusiva: “privada”. Trabaja 8 horas diarias y gana un promedio de 4000 euros por mes, casi 8 veces el salario promedio en Rumania.

Lana está graduada y trabajó en bienes raíces hasta el desplome global de la economía en 2008 que llevó a Rumania a una recesión. Fue en ese momento que cambió de carrera y comenzó a hacer chat por vídeo.

Aún recuerda su primer día delante de la cámara como si fuera ayer. “Estaba sola en la habitación y parecía que hubieran cientos de personas observándome. No podía seguir todo lo que me decían por chat o todo lo que me pedían que hiciera. Pero poco a poco, aprendí a reconocer cuál miembro era un potencial cliente pagador y cómo no dedicar tiempo a esos miembros que te hacen perder muchísimo tiempo, pero nunca gastan ni un solo centavo.

Lana explica lo que ocurre durante sus sesiones privadas: Muchos miembros buscan amor, quieren crear una conexión íntima con una mujer y algunos quieren que los llames por su nombre. En la mayoría de los casos, solo se trata de conversar y el resto del tiempo es desnudarse y masturbarse. A veces, hago juegos de rol como si fuera su novia, secretaria o una enfermera.

Studio 20 emplea a instructores, un psicólogo y a un profesor de inglés para que las modelos puedan comunicarse con sus clientes. Los instructores también deben enseñarles a las chicas sobre fetiches, de dónde provienen las fantasías, así como cursos de geografía para que entiendan mejor de dónde vienen los miembros, etc. “Estudiamos a Freud y mucha psicología”, nos cuenta una modelo. “También leemos libros sobre gestos y lenguaje corporal porque las mujeres deben ser sensuales, inteligentes y hermosas”. “No es solo una actividad sexual como algunas personas creen”, nos señala el Gerente de Studio 20. “Las modelos deben hablar con los miembros como si estuvieran en una relación normal. Poder conversar sobre diferentes temas hace que ambos se sientan más cómodos”.